EL DEBATE, ese mismo día, más tarde
Cuando Michael terminó de contar el cuento, miró a su alrededor y vio que sus antiguos compañeros de clase sonreían.
Algunos le dieron las gracias y le dijeron que les había sido de gran utilidad.
-¿Y si nos encontráramos más tarde y lo comentáramos?- repuso Nathan.
A todos les pareció bien la idea, y quedaron para tomar algo juntos antes de cenar.
Esa noche, se reunieron en el bar de un hotel y empezaron a bromear con la idea de buscar su "queso" y verse metidos en el laberinto.
-Entonces ¿qué personaje del cuento sería cada uno de nosotros? ¿Oli, Corre, Kif o Kof? –preguntó Ángela a todo el grupo.
-Bueno, esta tarde he estado pensando en ello –respondió Carlos-. Y he recordado que, antes de tener la tienda de artículos deportivos, sufrí un duro encuentro con el cambio.
No fui Oli, porque no me lo olí y no vi el cambio desde el principio. Y tampoco fui Corri, porque no emprendí una acción de inmediato.
"Creo que más bien fui como Kif: quería quedarme en el territorio conocido. La verdad es que no quería afrontar el cambio. Ni siquiera quería verlo.
Michael, que tenía la sensación de que apenas había pasado tiempo desde que Carlos y él fueran tan amigos en el instituto preguntó:
-¿A qué te refieres Carlos?
-A un cambio inesperado de trabajo –respondió Carlos.
-¿Te despidieron? –preguntó Michael soltando una carcajada.
-Bueno, digamos que no quería salir en busca de nuevo queso. Tenía buenas razones para creer que no se produciría ningún cambio. Por eso, cuando este se produjo me afectó muchísimo.
Algunos de los compañeros de clase que habían estado callados desde el principio, se sintieron más cómodos y empezaron a contar sus experiencias, entre ellos Frank, que se había hecho militar.
-Kif me recuerda a un amigo mío –comentó-. Su departamento iba a desaparecer, pero él se negaba a verlo. Todos los días despedían a personal de su sección. Todo el mundo le hablaba de las grandes oportunidades que había en la empresa para los que querían ser flexibles, pero el no creía que debería cambiar. Fue el único al que le
sorprendió la desaparición del departamento. Ahora le está costando mucho adaptarse a un cambio que, según él, no tenía que haberse producido.
-Yo también era de las que creía que eso no iba a pasarme a mí –dijo Jessica-, pero lo cierto es que mi "queso" se ha movido, y más de una vez.
Todos rieron excepto Nathan.
-Tal vez ese sea el meollo de todo el asunto –dijo este último-. Todos estamos expuestos al cambio. Me gustaría que mi familia y yo hubiéramos escuchado antes este cuento. Por desgracia, no quisimos ver los cambios que se iban a producir en nuestro negocio, y ahora ya es demasiado tarde. Hemos tenido que cerrar varias tiendas.
Aquello sorprendió a sus amigos, ya que creían que Nathan tenía la suerte de ser el propietario de una empresa segura con la que siempre podría contar.
-¿Qué ocurrió? –quiso saber Jessica.
-De pronto, cuando montaron en la ciudad un hipermercado, con sus enormes existencias y sus bajos precios, nuestra cadena de pequeñas tiendas quedó obsoleta.
No pudimos competir con esa gran superficie. Ahora veo que, en vez de reaccionar como Oli y Corri, reaccionamos como Kif. Nos quedamos donde estábamos y no cambiamos. Intentamos no hacer caso de lo que ocurría, y ahora tenemos problemas.
Kof habría podido enseñarnos un par de lecciones.
Laura, que en la actualidad era una importante mujer de negocios, había escuchado con atención y decidió finalmente intervenir en la conversación.
-Esta tarde, yo también he estado pensando en el cuento que nos ha narrado Michael –dijo-. Me he preguntado qué tengo que hacer para parecerme más a Kof y ver cuáles son mis errores; reírme de mí misma; cambiar y hacer mejor las cosas. Me gustaría saber una cosa ¿A cuántos de nosotros nos da miedo el cambio?
Nadie respondió por lo que Laura sugirió:
-Que levante la mano quien tenga miedo del cambio.
Sólo se alzó una.
-Bueno, parece que al menos hay una persona sincera en el grupo –prosiguió Laura - tal vez les gusta más la pregunta siguiente: ¿cuántos de los que están aquí piensan que los demás tienen miedo del cambio? –Todos levantaron la mano y luego se echaron a reír –Bien, ¿y esto" qué significa?
-Significa la negación- respondió Nathan.
-A veces ni siquiera somos conscientes de que tenemos miedo –admitió Michael-. Yo no sabía que lo tenía. La primera vez que oí el cuento, lo que más me gustó fue la pregunta "¿Qué harías sino tuvieras Miedo?".
-Lo que yo he sacado en claro del cuento –intervino Jessica- es que los cambios se producen tanto si me dan miedo como si me gustan-
"Recuerdo que, hace unos años, cuando mi empresa vendía enciclopedias, una persona intentó convencernos que teníamos que editar nuestra enciclopedia en CD y venderla mucho más barata. El costo sería menor, y mucha más gente podría permitirse comprarla, pero todos nos resistíamos a ello.
-¿Por qué esa resistencia? –quiso saber Nathan.
-Porque creíamos que la columna vertebral del negocio era la red de vendedores, las personas que vendían de puerta en puerta. Mantener esa red de vendedores dependía de la elevadas comisiones que cobraban por colocar en el mercado un producto caro.
Llevábamos mucho tiempo funcionando así y pensábamos que podría durar siempre.
-Ese era vuestro "queso" –dijo Nathan.
-Sí, y queríamos aferrarnos a él.
-Pensándolo ahora, de forma retrospectiva, veo que no se trató solo de que "nos movieran el queso", sino de que el "queso" tiene vida propia y, al final, se acaba. Y lo que ocurrió fue que nosotros no cambiamos, pero un competidor si lo hizo y nuestras ventas cayeron en picada. Hemos pasado una época muy difícil. Ahora va a producirse otro gran cambio en la industria, y en la empresa nadie quiere afrontarlo. No me gusta.
Es posible que pronto me quede sin trabajo.
-¡Pues tendrás que salir del laberinto! –dijo Carlos. Los demás rieron, Jessica incluida.
Carlos se volvió hacia ella y le dijo:
-Es importante ser capaz de reírse de uno mismo.
-Eso es lo que más me ha impactado del cuento –terció Frank-. Yo no me tomo demasiado en serio. Kof pudo cambiar a partir del momento en que fue capaz de reírse de sí mismo y de lo que estaba haciendo.
-¿Creen que Kif llega a cambiar y sale a buscar queso nuevo? –preguntó Ángela.
-Yo creo que sí –respondió Elaine.
-Pues yo creo que no –dijo Cory-. Hay personas que nunca cambian y pagan un precio muy alto por ello. En mi práctica médica veo a gente como Kif. Creen que tienen derecho a su "queso". Cuando el queso se mueve, se sienten víctimas y culpan a los demás. Se ponen enfermas con más frecuencia que las personas que superan los miedos y siguen avanzando.
-Me parece –dijo Nathan, en voz muy baja, como si hablara consigo mismo- que la cuestión es: "¿De qué debemos prescindir y qué debemos seguir buscando?".
Transcurrieron unos minutos sin que nadie dijera nada.
-Tengo que admitir –intervino finalmente Nathan- que había visto lo que estaba ocurriendo en otras partes del país, pero esperaba que a nosotros no nos afectaría.
Supongo que es mucho mejor iniciar el cambio mientras uno todavía puede intentar reaccionar y adaptarse a él. Tal vez deberíamos mover cada uno nuestro propio queso.
-¿Qué quieres decir? –preguntó Frank.
-No puedo dejar de preguntarme dónde estaríamos hoy si hubiésemos vendido los terrenos de nuestras pequeñas tiendas y hubiéramos construido una gran superficie comercial para competir con las mejores del sector –repuso Nathan.
-Tal vez sea ese el significado de lo que Kof escribió en la pared –dijo Laura-. "Saborea la aventura y muévete cuando se mueve el queso".
-Yo creo que algunas cosas no deberían cambiar –terció Frank-. Por ejemplo, yo quiero aferrarme a mis valores básicos. Sin embargo, ahora veo que habría sido mucho mejor para mí si hubiera empezado mucho antes a moverme cuando lo hizo el "queso".
-Michael, la historia del queso es muy interesante –comentó Richard, el escéptico de la clase-, pero ¿cómo la aplicaste en el caso concreto de tu empresa?
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Publicado por Victorino Redondo F. para ¿Quien se ha llevado mi queso? el 8/08/2007 07:31:00 PM