DOS PALABRAS
Fábula de Zapatero, bufón de la Corte
@Federico Quevedo.- - 13/07/2007Francamente se hace muy difícil aceptar que el presidente del Gobierno se haya conformado con un triste telegrama como única manera de sumarse a los actos conmemorativos del asesinato de Miguel Ángel Blanco, aunque por otro lado es posible que Rodríguez creyera que su presencia en la marcha del pasado martes acabaría en altercado. Claro que quien algo teme, algo debe, y en este caso Rodríguez nos debe todavía una explicación respecto a sus negociaciones con quienes mataron al joven concejal de Ermua, y de por qué con su actitud ha conseguido enterrar el espíritu de unidad que nació de aquel acto de barbarie.
Si no fuera porque estamos hablando de algo que nos hizo derramar muchas lágrimas aquel 12 de julio de 1997, se podría decir que, sin embargo, la actitud de Rodríguez, de su Gobierno y del PSOE no es más que otro paso en la escenificación de esta bufonada a la que asistimos impertérritos desde el 14 de marzo de 2004.
¿Han visto la película El hombre del año? Se la recomiendo. Es una sátira protagonizada por Robin Williams sobre el sistema americano, pero bien podría trasladarse al nuestro a la vista de lo patético que resulta todo lo que está ocurriendo en este país desde que gobierna este señor.
Williams es Tom Dobbs, un humorista televisivo que se presenta a las elecciones presidenciales y las gana gracias a un accidente informático que altera el resultado de la votación. Me ahorro recordarles cómo llegó Rodríguez al poder, pero hay un momento en la película en el que uno se da cuenta de que todo es una farsa: Dobbs-Williams se dirige al público que asiste a uno de sus mítines y señalando con el dedo hacia delante afirma categórico... "¡el futuro empieza hoy!"... Y uno ve a Rodríguez diciendo eso mismo en la Tribuna del Congreso para anunciar que pagará 2.500 euros de vellón a las madres parturientas. ¡Qué despliegue de hipocresía!
Dobbs-Williams se hace acompañar toda la campaña por su manager y su equipo de producción, porque es evidente que entiende la política como eso, un producto de marketing en el que lo único que importa es llegar a los ciudadanos con mensajes fáciles –si pueden ser divertidos, mejor-, recursos a la demagogia y propuestas populistas.
Les suena, ¿verdad? Rodríguez es un producto del equipo de producción de Mediapró, un comediante metido a político, con un currículum que no ocupa más de tres líneas en la página oficial de La Moncloa, y que precisamente por eso cuando tiene que dar la talla se queda en un simple telegrama: es todo lo que da de sí este buen hombre, incapaz de asumir sus responsabilidades, de reconocer sus errores y de ofrecer aunque sea un solo gesto de grandeza.
Sigue empeñado en salvar su proceso de paz, aunque diga lo contrario... Pero no podemos pensar otra cosa de quien mintió cuando dijo que no estaba negociando mientras terroristas y enviados gubernamentales se sentaban en torno a la misma mesa.
La diferencia entre Dobbs-Williams y Rodríguez Zapatero estriba en que el primero, producto de la ficción, no deja de ser un personaje honesto que reconoce sus propias limitaciones. No es el caso, a pesar de que en un exceso de complacencia hacia su jefe el científico Bernat Soria pasara a los anales de la estulticia concediéndole el Premio Nóbel de la Honestidad a quien ha hecho de la indignidad el leitmotiv de su acción de Gobierno.
Fíjense, la misma remodelación del Gobierno y la novación del contrato de José Bono forman parte de esta inocentada presidencial. Rodríguez tenía la oportunidad de haber aprovechado su inesperada recuperación en el debate con el gesto, verdaderamente honesto, de reconocer sus errores y enmendarlos... En lugar de eso, nos ofrece nuevas dosis de populismo y demagogia, de puro marketing político carente de principios éticos y valores morales, algo sobre lo que Rodríguez se preguntará, sin duda, "¿y eso qué es?". No es extraño que el discurso de Rajoy en el debate no hiciera mella en el ánimo de quien nada le conmueve porque en nada cree. Si no supiéramos que es imposible, hasta podríamos dudar si realmente es un ser humano o el producto de una experiencia de clonación.
Alguna vez he llegado a pensar que todo esto está escrito, que forma parte de un guión preestablecido del que no conocemos el the end, y que Rodríguez es como Truman... Aunque bien pensado creo que Truman somos nosotros, pobres diablos que asistimos impotentes a esta escenificación de la tragicomedia nacional, del gran teatro del mundo en el que el actor principal se quiere quedar con el protagonismo de toda la película y eliminar del guión al resto de los actores.
En El hombre del año Dobbs-Williams acepta, al final, que no está preparado para gobernar Estados Unidos y que si su destino había estado amañado por un accidente informático, debía contribuir a devolver las cosas a su sitio. Su manager le pregunta entonces por qué renuncia a tanto, y él, sublime, contesta: "El trabajo del bufón es criticar al rey, no dirigir el reino". Rodríguez, sin embargo, sigue empeñado en dirigir el reino, y con él nuestros destinos. Una broma, se lo digo yo. Una broma macabra.
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Publicado por VRF para quitate tu que me pongo yo el 7/13/2007 10:40:00 AM