Por qué los católicos pierden la guerra contra los masones
@Esteban Hernández.- - 12/12/2007
¿Son masones quienes detentan el poder? ¿Está la masonería infiltrada entre financieros, políticos y religiosos? ¿Es la fraternidad de la escuadra y el compás un gobierno en la sombra?
En los últimos tiempos, el interés por contestar a esta clase de preguntas ha llenado numerosos ensayos y artículos periodísticos, cuyas especulaciones se han visto reforzadas por los rumores sobre la filiación masónica de personajes destacados dentro del Gobierno socialista. Pero estos asuntos, para el periodista José Antonio Ullate, autor de El secreto masónico desvelado (Ed. Libroslibres), guardan buenas dosis de especulación y fantasía. Ullate, ex redactor jefe del semanario católico Alfa y Omega , asegura que "hay mucha información averiada que se hace pasar por realidad masónica. Lo cierto es que los masones no son la mano oculta que mueve el mundo ni practican cultos satánicos ni realizan asesinatos rituales. Tampoco existen superiores ocultos (nombre dado a quienes estarían detrás de la fachada de las logias y dirigirían su verdadero destino) que muevan los hilos de la economía y la política".
Por desgracia, asegura Ullate, el interés social ha girado hacia estos asuntos tremendistas, por lo que la mayoría de la producción ensayística de los últimos tiempos, a favor y en contra de la masonería, "suele carecer de espíritu científico. En lugar de intentar entender los principios filosóficos que rigen las logias, se prioriza el conocer la organización, quiénes la forman, cuál es la situación social de sus integrantes o cuáles son sus rituales". Al final, "nadie cuenta en qué consiste ser masón, qué implicaciones tiene o en qué creen". Y esas son las deficiencias en la información que ha querido suplir Ullate con El secreto masónico desvelado. El resultado de su investigación concluye que "toda masonería es un método de formación moral, cuya base es el naturalismo y el ateísmo y cuyo objetivo dice ser mejorar a los individuos y a las sociedades en las que viven. Los masones excluyen todo conocimiento que no provenga de la razón y se declaran laicos".
En definitiva, asegura Ullate, estamos ante unas creencias hoy muy frecuentes: "si a la masonería le quitamos los aspectos rituales y simbólicos y nos quedamos sólo con el núcleo de su pensamiento, nos encontraremos con la Ilustración y la Modernidad". Es decir, con los principios filosóficos más extendidos en nuestros días: "Si estudiamos la historia de las organizaciones masónicas nos encontramos con que en el siglo XVIII y en el XIX eran sociedades pequeñas que tenían una gran productividad intelectual y una intervención social muy directa. Hoy, sin embargo, las sociedades están en clara decadencia, y más en España, pero la influencia social de su pensamiento es enorme". Sería un caso, apostilla Ullate, de "muerte por éxito".
Desde esta perspectiva, no resultaría tan decisivo si hay masones en el Gobierno sino la ideología que dirige las actuaciones de éste. "Aunque no pueda asegurarlo, no creo que en lo más alto del poder político haya masones, pero lo que sí se puede afirmar que es la política la que está implantando las ideas de los masones en nuestra sociedad. Por ejemplo, Educación para la Ciudadanía es una asignatura que recoge los postulados del naturalismo masónico pero dudo mucho que haya intervenido un solo masón en su elaboración. Las organizaciones masónicas la apoyan, pero la asignatura no ha surgido de las logias".
En definitiva, "es el poder político y económico el que se identifica con los postulados masónicos, aun cuando sus miembros no pertenezcan a ninguna logia". Por eso, se equivocan quienes rastrean en busca de famosos políticos o banqueros que formen parte de alguna sociedad. Y quienes creen que hay un poder en la sombra. Según Ullate, "si se leen los libros de los grandes masones actuales uno se encuentra con un panorama decepcionante. Cuesta creer que esas manos puedan dirigir la política española".
En todo caso, esa penetración social tan intensa del pensamiento masónico haría pensar que el catolicismo está perdiendo la batalla. "Nos encontramos con una sociedad naturalista que no ve la necesidad de recurrir a Dios, que está satisfecha de sí misma, y en la que la gente está convencida de ser la dueña de sus propios destinos". Y frente a esa situación, asegura Ullate, los católicos no afirman sus creencias con la suficiente fuerza, habiendo renunciado a los aspectos sobrenaturales de su doctrina y planteando, en su lugar, posturas blandas. "La debilidad del catolicismo es interior. Tenemos que hacer autocrítica, porque hemos dado cabida a ese naturalismo en vez de afirmar las bases de la fe católica. Muchos católicos se presentan ante el mundo con una falta de creencia preocupante. Y eso es lo que nos hace perder la batalla".
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Publicado por Vredondof para LA RELIGION el 12/12/2007 02:40:00 PM