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[ARTICULOS] El mundo gira sobre un eje podrido - el informe PISA



El mundo gira sobre un eje podrido
por Alber Vázquez 

Alber Vázquez es escritor .
"El mundo gira sobre un eje podrido" es una columna de opinión que se publica todos los lunes y que alberga como firme propósito convertir a este planeta en un lugar más habitable donde los hombres y las mujeres del mañana puedan compartir su existencia en condiciones igualdad y justicia. Estamos seguros de poder lograrlo.

Informe PISA o cómo nuestra juventud es un asco comparada con nosotros
Mira, el informe PISA hecho público la semana pasada, no mide la excelencia educativa de un país, como estoy seguro de que has oído decir hasta el hastío. No lo hace, de manera que todos aquellos que se han tirado a la piscina diciendo que si los estudiantes españoles esto, que si los estudiantes españoles lo otro, están equivocados de pleno. Es muy posible que toda nuestra chavalería sea idiota de remate, pero eso el informe PISA no lo afirma. Y no lo hace porque al informe PISA le importa un huevo si un alumno se sabe cuáles son los ríos que desembocan en el Cantábrico o si los Reyes Católicos eran Isabel y Fernando.

Lo que evalúa el informe PISA es si un joven de 15 años está suficientemente preparado para comprender el mundo que le rodea. Punto final. Ni analiza el método docente, ni a los profesores, ni al currículo, ni al Ministerio o Consejería de turno. No. Es que, además, el informe lo advierte de forma explícita: aquí sólo se analizan las destrezas de la muchachada para saber de qué va esto a lo que llamamos habitualmente mundo. Para otros asuntos, es en la siguiente ventanilla.

Lo cual, dicho sea de paso, es normal, porque quien auspicia un estudio de estas dimensiones es la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) cuya función es la de promover el progreso económico (de ahí que les interesen que los chicos sean listos). O sea, que esto no es la UNESCO , ¿vale? A ver si distinguimos, que no es tan difícil.

Bien, pues no vale. Aquí nadie parece haber entendido algo tan elemental como lo explicado más arriba y por eso todo Dios se ha tirado a la piscina de la crítica gruesa sin más bandera que sus sacrosantos prejuicios culturales. Olé sus huevos.

Y el ejemplo más sangrante de todos es el de los libros. A pesar de que el informe PISA analiza tres ámbitos de conocimiento (lectura, matemáticas y ciencia), nuestros sesudos gurús de la interpretación sociocultural, quizás porque de mates y de ciencias saben menos que un alumno de primaria, le han hincado el diente sólo al libro. Al horripilante mundo de los jóvenes y su relación con los maravillosos y divinos libros. Al abismo al que se encamina la Humanidad y a lo buenos que eran los viejos tiempos. A lo tarada que está la chavalería en comparación con lo estupendos y fenomenales que éramos nosotros. Ande va a parar.

Conviene decirlo prontito: al informe PISA le importa cero si los críos leen mucho o leen poco. Lo que le importa es que los chavales comprendan lo que leen. Y punto. Cosa que, mira tú por dónde, a todos los analistas de este país se les ha pasado por alto.

Porque, ¿pa qué pensar pudiendo tirar de cliché? Hala, a tumba abierta y sin casco. Así, un servidor se pasó toda la semana pasada escuchando y leyendo las opiniones más delirantes acerca del libro y sus bondades, y de los chavales españoles y su falta de compromiso con este mundo tan chulo al que les hemos traído. Agradecidos tenían que estarnos. ¿Y qué hacen los muy cabrones? Se piden para Reyes una Wii en vez de un Larousse en tropecientos manejables volúmenes. Qué sabrán ellos.

En el colmo de todo este delirio pseudoculturalista, voy el otro día y escucho a Antonio Álvarez Solís soltando la chorrada del siglo (que la soltó él, pero que te la suelta cualquier tonto solemne en cuanto tiene ocasión): que, a saber, qué bonito es eso de sentir el tacto del libro al abrirlo y que él, desde muy niño, lo ha hecho siempre que ha tenido ocasión. Ahí casi vomito. Esa adoración ridícula del libro (junto a la irremisible condena a todo aquel que no la secunde) me parece delirante, peligrosa y profundamente paleta. Y paleta, precisamente, porque quien la enuncia (y Álvarez Solís lo hacía como si eso fuera así por emanación divina), demuestra que el informe PISA se queda corto: los chavales de 15 años es posible que no sepan interpretar el mundo que les rodea, pero los opinantes talluditos de este país no les van a la zaga.

Total, que el resumen es que los críos no leen, ergo nos encaminamos al desastre. Lo cual, es falso. De pe a pa. Veamos.

En primer lugar, los jóvenes sí leen. ¿Dónde? Pues, para empezar, en Internet. Yo me atrevería a decir que nunca se ha leído tanto como hasta ahora. Nunca antes en la historia de la Humanidad. Lo que pasa es que la lectura no es sólo eso que haces cuando abres ese santificado artilugio llamado libro. Reducir hoy en día la lectura al mundo del libro impreso es ridículo. Los tiempos cambian, aunque les pese a los grandes prohombres que nos guían en la cultura y en lo simbólico. ¡Ah, el libro! ¡Ah, el olor de la tinta recién impresa! ¡Ah, el rumor de las páginas al ser pasadas con delectación!

Si los patanes tecnófobos volaran, no veríamos la luz del sol. Si los poetas de la oratoria mearan caldo, el hambre en el mundo estaría resuelta antes de dos horas.

En segundo lugar, leer no te mantiene a salvo de nada ni, menos aún, te garantiza nada. Aquí hay que decir alto y claro, y directamente dirigido a todos esos memos que creen que el libro nos salvará de toda ignominia, que leer, sin más, no tiene nada de meritorio. Leer no sirve para nada, si no se lee lo adecuado. Aquí se nos llena la boca de la lectura, la lectura, la lectura, pero nadie se preocupa por decir, sin titubeos, que la gente lee libros de mierda que ni le ayudarán a comprender el mundo, ni le convertirán en mejores personas.

Así que menos graznar a favor de las bondades de la lectura, que libros imbéciles los hay a millones, y gente leyéndoselos también. Menos lobos, y más matices: leer libros no te da la clave del mundo. No te la da si los libros que lees no tienen fundamento alguno.

Y, en tercer y último lugar, ¿por qué no leen los jóvenes? Por culpa de las máquinas. Así, explicitado con dos cojones: por las máquinas y porque nuestros chavales han vendido su alma al diablo, los muy desagradecidos. Mira tú todos esos videojuegos podridos en los que nuestros jóvenes ponen su atención en lugar de hacerlo en las obras completas de Emilio Salgari. ¡Ande vamos a parar con esta gentuza! Tarados, que son todos unos tarados, todo el día venga que darle a lo multimedia. ¡Vade retro, Satanás! Sabe Dios qué cosas verán nuestros chavales en los ordenadores. No, no, y requetenó: donde esté un buen carné de la biblioteca municipal recién plastificado, que se quite toda la World Wide Web. De lejos.

Pero lo que a mí me pone del hígado es la alegría con la que muchos suponen que ellos, a la edad de 15 años, tenían un nivel de comprensión del mundo muchísimo más alto que los chavales de ahora. Hala, y te lo sueltan con dos cojones. Nosotros sí que éramos listos. No como estos de ahora. Nosotros leíamos a Tolstoi desde la más tierna infancia. Yo había leído "La metamorfosis" de Kafka con 8 añitos. En dos recreos, que se dice.

Mentira. Todo mentira. Mentira podrida, porque aquí, ahora y siempre, con 15 años se ha ido más que justito casi de todo. Y de compresión del mundo, también. ¿Pero cómo se puede tener tanta cara para afirmar lo contrario y quedarse uno tan ancho? Así que menos fardar de sí mismos y menos poner a caldo a nuestros chavales. Porque sí, es cierto que tenemos una juventud lela, pero no creo yo que especialmente lela o no, desde luego, más lela que tú o yo a su edad. ¿O no?



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Publicado por Vredondof para ARTICULOS el 12/12/2007 07:53:00 PM