Objetivos, señales en el camino
Luis Pérez Villegas
1. Formule el objetivo en estilo afirmativo.
Para un terapeuta que trabaja orientado a los resultados, una pregunta clave que precisa hacer al cliente es:
¿Qué es lo que quiere conseguir? ¿Cuál es su estado deseado?.
Muy a menudo el principal problema que enfrenta el cliente es definir qué es lo que quiere. Quizá tenga muy claro qué es lo que «no quiere». Más no habrá avanzado mucho si no sabe adonde quiere ir.
Si se encuentra con un objetivo formulado negativamente, pregúntese ¿qué querría a cambio de esto?.
Tal vez todos hemos sido testigos de la siguiente escena:
«Llega de visita el matrimonio joven, acompañado de los niños. Tal vez la mamá tiene el deseo de que los niños se porten bien y respeten a las personas y el estado físico de la casa visitada. Sin embargo, el inevitable momento se presenta. Los niños se topan con reglas diferentes a las de su casa. Y parece que fueran a romper algo más que las reglas de sus anfitriones. Entonces la mamá, en un intento de calmar las "travesuras" de los niños, comienza dar ordenes... ¡negativas!: ¡Juanito! ¡no corras!, ¡no agarres ese jarrón chino!, ¡no vayas a empezar con que quieres hacer pipí!, ¡no empieces a ponerme en vergüenza con la señora! ».
Una experiencia divertida, que ejemplifica la importancia de definir los objetivos afirmativamente es la siguiente.
«Un importante terapeuta se encontraba comiendo en compañía de la joven familia de su hermano. Todo estaba en paz, hasta que su sobrino dejo el plato y comenzó a bailar, iba y venía de un lado a otro, llegando por momentos a salir del comedor. Ante la evidente molestia de la mamá del niño, el terapeuta comenzó a usar ordenes afirmativas: mientras el niño brincaba, el terapeuta decía: ¡anda brinca!; cuando el niño corría, el terapeuta decía: ¡corre! ¡corre más!; cuando el niño tocaba el plato como batería, el terapeuta decía: ¡pégale al plato!; y en un zas, el terapeuta se quedó callado, entonces el niño le pregunta ¿y ahora que hago tío? dime ¿que hago?, y el terapeuta le dice: ¡ahora siéntate! y ¡ahora ponte a comer!. Y como es fácil de imaginar el niño se puso a comer ».
2. Prevea un procedimiento de verificación.
Asegúrese de que puede valorar el éxito. ¿Cómo sabrá que ha alcanzado ese objetivo? ¿Qué verá, oirá o sentirá cuando lo haya alcanzado?
Si su objetivo es saciar el hambre, tal vez tendrá como señal de verificación esa sensación de «estar lleno». Si es comunicarse telefónicamente con una persona, se podrá dar cuenta de que lo consiguió, identificando la voz de la persona buscada. Si el objetivo es lustrar los zapatos, quizás comprobará el éxito verificando el brillo y color que presentan.
Prevea lo que verá, sentirá y oirá, tanto dentro de si mismo como en el mundo exterior, cuando se haya alcanzado su objetivo. De lo contrario puede que el objetivo se obtenga sin que usted se diera cuenta. Puede uno pasar de largo y perder la dirección, si no tiene claro la colonia, calle y numero al que va. Bien podría el éxito estar a la vuelta de la esquina.
3. Conserve el beneficio secundario del estado actual.
Por ejemplo, conocimos el caso de un estudiante que acudió a una asesoría. El obtenía calificaciones regulares, más decidió mejorar sus resultados. Definió sus objetivos cumpliendo casi todos los pasos de buena formación, y obtuvo un avance notable en sus resultados. Sin embargo comenzó a preocuparse, pues comenzó a sentir que mientras iba mejorando sus resultados, perdía el aprecio de algunos de sus compañeros, quienes a su sentir mostraban cierto recelo que él no sabía manejar.
Para nosotros era claro que había pasado por alto mantener el beneficio secundario, -pues- al investigar más a fondo, descubrimos que cuando obtenía resultados "medianos" tenía la sensación de «ser apreciado» y «ser parte del grupo».
Fue así que le ayudamos a redefinir la situación haciéndole ver la intención positiva de esos compañeros, que era seguir recibiendo un trato sencillo de parte de él. A su vez, reconoció que el cambio obtenido le proporcionó un mayor aprecio de sus seres queridos.
Así pues, es recomendable preguntarse ¿Qué beneficios secundarios o indirectos de mi situación actual vale la pena conservar?. En el ejemplo anterior, la respuesta sería «mantener la sensación de ser apreciado por personas que me rodean» y el «mantener el sentido de pertenencia a un grupo».
4. Compruebe si su objetivo es ecológicamente sensato y conveniente.
Proyecte hacia el futuro las consecuencias positivas y negativas de su objetivo actual; El resultado debe ser tal que le beneficie a usted y a los demás.
Al revisar que el objetivo sea ecológico, lo que hacemos es ver que sus consecuencias armonicen con los demás aspectos de la experiencia.
El ejemplo clásico de un objetivo que rompe la condición de ecología es el cuento del Rey Midas, quien deseó que todo lo que sus manos tocaran se convirtiera en oro, sin prever las consecuencias negativas de esa decisión.
Explore las consecuencias para usted mismo y para otras personas.
¿Necesitará la ayuda de otros?,
¿Puede contar con ella?
¿Tendrá que trabajar hasta altas horas de la noche durante la próxima semana para alcanzar su objetivo?
¿A que deberá renunciar para alcanzarlo?.
5. Tome la iniciativa y busque usted mismo el resultado.
Cualquier objetivo debe ser iniciado y promovido por usted, ya que no puede esperar a que otras personas decidan cambiar para hacerle feliz. Asegúrese de que el objetivo fijado refleje cosas en las que pueda influir personalmente. Si la obtención del resultado depende de otro, entonces no se le ha dado buena forma.
Compruebe los recursos de que dispone para alcanzar el objetivo.
¿Qué personas puede conseguir que le ayuden?
¿Qué contactos, cualidades personales, herramientas y habilidades pueden serle de ayuda?.
BIBLIOGRAFÍA
González, Luis Jorge, Excelencia Personal: Valores, Font, 1991.
O´Connor, Joseph y Robin Prior La Venta con PNL, Urano, 1997.
Robbins, Anthony, Poder Sin Limites, Grijalbo, 1988.
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Publicado por VRF para Articulos Didacticos el 6/15/2007 04:08:00 PM